13 de abril de 2015

Ozonizadores de aire domésticos: propiedades y eficacia

Los ozonizadores de aire domésticos son aparatos de gran utilidad para muy distintos fines en el hogar y, aunque su multifuncionalidad complica su definición a la hora de ser breves, lo cierto es que todos ellos tienen en común una serie de propiedades y eficacia sin igual a la hora de desinfectar y desodorizar atmósferas interiores, superficies, alimentos y hasta el mismo agua potable, logrando resultados sorprendentes.
El estudiado diseño de los ozonizadores domésticos hace de ellos aparatos tremendamente sencillos de utilizar, que raramente necesitan instalación y disponen de función manual y también automatizada, si bien la posibilidad de programación dependerá del modelo.
En todo caso, la gran mayoría dispone de un temporizador que controla el tiempo de actuación para que no tengamos que estar pendientes de apagarlo o, si realizamos tratamientos regulares, para que éste se accione de forma autónoma, sin más complicaciones.
Independientemente del tipo de aparato de que se trate, todo ozonizador comparte una serie de propiedades generales que hacen de ellos una solución perfecta para uno o varios usos, según el modelo, entre otras las siguientes: una gran durabilidad del aparato y eficacia en desinfección y desodorización, un mantenimiento mínimo o incluso nulo, un precio accesible, un bajo consumo energético, una inocuidad total y una actuación basada en la ozonólisis, el proceso mediante el cual lleva a cabo la oxidación.
De hecho, la oxidación es lo que logra acabar con las partículas de suciedad, responsables de malos olores y de la polución que pueda haber en una superficie, objeto, en el agua o en los ambientes interiores, acabando a su vez con microorganismos perjudiciales para la salud, como virus, bacterias, mohos, ácaros del polvo, partículas alergénicas y esporas.

Gracias a las propiedades comunes de los ozonizadores, obtendremos estos resultados aplicando el ozono disuelto en agua o en aire, y a través de unos u otros dispositivos, diseñados de forma específica para ser lo más eficaces posibles a la hora de abordar uno u otro objetivo. Una vez finalizado el tratamiento, el ozono se convierte en oxígeno, sin dejar residuo alguno, una inocuidad que se suma a una gran eficiencia, que suma grandes resultados a un mínimo consumo energético. No en vano, el ozono es el desinfectante natural más potente que existe, miles de veces superior a los resultados que podemos conseguir con la lejía pero sin sus inconvenientes y, por otro lado, como hemos apuntado, los aparatos tienen un consumo energético ínfimo.

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