
Al menos, así debería ser idealmente un buen purificador de
aire, un ideal que, afortunadamente, en la práctica cumplen numerosos equipos
que se caracterizan tanto por un precio asequible como por una óptima calidad.
Más que buscar un aparato de un alto precio para asegurarnos
su calidad o de hacer justo lo contrario, optar por un precio mínimo, lo
importante es buscar modelos que nos ofrezcan la mejor relación calidad precio.
De este modo evitaremos adquirir un aparato excesivamente caro, cuyas
prestaciones o potencia realmente no se ajuste a nuestras necesidades. Y a la
inversa: no nos interesa tener un aparato que no cumpla las funciones que sí
nos brindan otros aparatos por un precio similar o sólo un poco más elevado.
El precio es muy relativo, por lo tanto, y sólo puede
considerarse alto o bajo en función del equipo concreto de que se trate. Aún
así, también es cierto que los catálogos incluyen aparatos de distintos
niveles, si bien éstos deben justificar su mayor o menor precio en función de
las características y prestaciones de los dispositivos.
La clave que hemos de tener en cuenta a la hora de elegir un
purificador de aire es sencilla. Será fundamental considerar, ante todo, que la
eficacia no tiene por qué suponer precios prohibitivos, lo que a su vez implica
que sólo los aparatos de última generación nos pueden ofrecer esa eficiencia que
nos ayuda a entender esa relación calidad precio.
Así pues, el precio por un lado es garantía de eficacia,
pero los precios altos sólo se justifican si el aparato es realmente superior,
no sólo en lo que respecta a la suma de tecnologías de vanguardia, -como el
ozono, los iones, la luz ultravioleta y
distintos filtros de alta calidad-, sino también en lo que se refiere a
potencia, capacidad de programación o, por ejemplo, la inclusión de sensores.
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